Esto de trabajar de autónomo, o sea no tener horario de trabajo, lidiar con cuatro niños, tener una casa acondicionada para tantos, ser entrenador de basket, querer escribir un poco,... tiene una cosa maravillosa: no sabéis el tipito que se te queda cuando termina el día. Y por más que a la mañana siguiente te zampes un desayuno espectacular, gastas tanta energía al cabo del día, que voy a tener seriamente que plantearme editar un video al estilo Jane Fonda: una nueva fórmula para peder peso! Quién sabe? quizás algún día. Perdí con tanto trajín unos 8 kilos hace unos tres años, y no los recupero aunque me lo proponga. Que no me lo propongo, claro está.
Susanita tiene 5 años. Es la segunda de los cuatro hermanos. Es puro corazón, pura energía, puro cariño, puro genio, ... y todo lo que se os ocurra. No he conocido a una persona más transparente en toda mi vida. Quizás su madre, pero con los años ha aprendido a disimular un poco más. Susanita no. Desde que se despierta hasta que termina el día, todo es maravilloso o terrible, atractivo o desolador. Basta para cambiarle el ánimo que suene el timbre de la puerta, haya helado de fresa, le pongas una mala cara o simplemente que le digas que sí puede ponerse para ir al cole esos zapatos nuevos que acabamos de comprar. No se guarda nada.
Y ya sé que no va a cambiar. Hay gente así por el mundo, muchos. Son personas muy extrovertidas, tiene que expresar sus sentimientos, tienen que tocar a los demás, tienen que contarte hasta lo que no tiene nada que ver contigo. Son además personas muy emocionales, muy sentimentales. Te adoran o te odian. Pero son así, no las vamos a cambiar. Por más que lo intentes, y mucho menos van a ser como tú.
Susanita tiene una frase que repite cada día unas cinco o seis veces. Si por ejemplo hay que poner la mesa, y va disponiendo el mantel para empezar a vestirla, y te das cuenta que lo está colocando al revés, como no tengas un básico de dulzura al expresarte, y le digas más o menos algo así: "Susana, el mantel, que lo has puesto al revés, fíjate en esas cosas". Su reacción es, de manera inmediata, soltar un "¡ufff!" y a continuación su cantinela: "¡Si es que siempre hago todo mal, ¿es que nunca voy a hacer nada bien?!!". Entonces se sienta en el sillón, y adopta la postura Toro Sentado. Piernas y brazos cruzados, labio inferior (que tiene para regalar) sobre el superior, y ceño fruncido hasta que se siente el crujido de su carita. Al principio te hace gracia, los hermanos, sobre todo el mayor, se ríen un poco, le quitamos importancia o le decimos "eres una exagerada". Su hermana menor, Claudia, que tiene una empatía exagerada, se acerca siempre a ella, le acaricia, y le pregunta: "Mana, ¿quetepacha?". Pero poco a poco, con el paso de los días, aunque es una reacción un tanto cómica, la madre y yo nos fuimos dando cuenta que para ella es una pequeña frustración que nace. Y que más allá de querer llamar la atención, por su carácter, tiene un puntito de sufrimiento por no hacer las cosas bien. Tener empatía es colocarte en el lugar de la otra persona. Hay una expresión que me enseñó Arturo que me gustó mucho: "Tener empatía es ponerte los zapatos del otro. Y para ponerte los zapatos del otro, antes te tienes que quitar los tuyos". Si yo pienso desde mí, desde mi punto de vista, mi criterio, mi racionalidad, lo que acaba de pasar tiene importancia cero. Susanita tiene que aprender a controlarse un poco, ser menos exagerada, y fijarse cómo poner el mantel la próxima vez. Y punto. Pero si me pongo sus zapatos, y antes me he quitado los míos, me doy cuenta que cuando Susana llega a casa del Cole, viene con su hermano mayor, que rara vez no trae un Sobresaliente o Matrícula de Honor. Además, se encuentra que en casa ya está Claudia, exigente y zalamera, que acaba de llegar de la guardería y está empezando a reclamar su pitanza. Y para más inri está Antonio, que con cinco meses, una sonrisa perenne, y unos ojos que como decía Mercedes Sosa son dos luceros, se lleva las primeras atenciones de los demás.
Susana es sentimental, extrovertida, pura reacción. Siempre que llega a casa es la más dispuesta para ayudar. ¡Claro! necesita ganarse nuestra atención, nuestro elogio, y, por su carácter, necesita el éxito inmediato para sentirse ganadora. Al primer tropiezo, caída en cascada. No puede ser de otra forma. Y cuando digo en cascada, quiero decir en cascada. A partir de ahí necesitas el séptimo de caballería para reconducirla, y que no trate de hacerse notar con otras tretas: "Susana termina de ayudar a poner la mesa. Siéntate bien, cómetelo todo. No tires, el agua, ...." ¿Sigo? No hace falta verdad?
Cuando conseguimos relajarnos un poco, y tratamos de hacer balance, Susana (madre) y yo hablamos mucho de Susanita. De qué podemos hacer con este torbellino. A veces más Tsunami que ciclón de viento. Y pensamos que a lo mejor, como necesita tanto sentir, vivir los éxitos, las felicitaciones, teníamos que ayudarle a conseguirlas. Y nos organizamos un pequeño plan. Con Susanita, lo que vamos a hacer es lo siguiente:
- Que sea la primera en recibir el beso en casa cuando llega del Cole.
- Dejarle que proponga ropa para vestirse cada día.
- Recordarle, dos veces cada uno, que es una niña preciosa y que le queremos mucho.
- Explicarle, y repetirle, las dos o tres cosas que ésa tarde necesitamos de ella. Y dejar que mientras las hace nos diga "lo estoy haciendo" sin soltarle un "lo sé, lo estoy viendo". Mejor asentir con un "¡vale!".
- Felicitarla por el trabajo bien hecho.
- Corregirla empezando por lo positivo, y terminado por un "eso sí, la próxima vez,..."
Creédme. De momento, los resultados son muy esperanzadores. El problema es que antes no nos quitábamos nuestros zapatos.
En el trabajo, no vayáis dando besos a vuestros colaboradores, las consecuencias pueden ser impredecibles, pero conoced a vuestra gente. Hay que saber cómo son las personas. Algunos de ellos quieren que les dejéis en paz, y que les midáis los resultados. Que si son más que buenos, ahí están, no les demandéis más cariño. No hace falta. Pero, ay, hay muchos "Susanitas" cerca vuestra. Necesitan vuestro calor, vuestro aliento, vuestar felicitación y vuestro apoyo. Y por cierto, si lo hacéis, los empáticos, tipo Claudia, estarán menos preocupados por los Susanita. Sí, porque son así. Sí, ya se, para ti es excesivo, pero es que no se trata de ti. Se trata de ellos. Y de los resultados.
Buenas noches.