lunes, 28 de mayo de 2012

Puro corazón

Esto de trabajar de autónomo, o sea no tener horario de trabajo, lidiar con cuatro niños, tener una casa acondicionada para tantos, ser entrenador de basket, querer escribir un poco,... tiene una cosa maravillosa: no sabéis el tipito que se te queda cuando termina el día.  Y por más que a la mañana siguiente te zampes un desayuno espectacular, gastas tanta energía al cabo del día, que voy a tener seriamente que plantearme editar un video al estilo Jane Fonda: una nueva fórmula para peder peso! Quién sabe? quizás algún día. Perdí con tanto trajín unos 8 kilos hace unos tres años, y no los recupero aunque me lo proponga. Que no me lo propongo, claro está.

Susanita tiene 5 años. Es la segunda de los cuatro hermanos. Es puro corazón, pura energía, puro cariño, puro genio, ... y todo lo que se os ocurra. No he conocido a una persona más transparente en toda mi vida. Quizás su madre, pero con los años ha aprendido a disimular un poco más. Susanita no. Desde que se despierta hasta que termina el día, todo es maravilloso o terrible, atractivo o desolador. Basta para cambiarle el ánimo que suene el timbre de la puerta, haya helado de fresa, le pongas una mala cara o simplemente que le digas que sí puede ponerse para ir al cole esos zapatos nuevos que acabamos de comprar. No se guarda nada.

Y ya sé que no va a cambiar. Hay gente así por el mundo, muchos. Son personas muy extrovertidas, tiene que expresar sus sentimientos, tienen que tocar a los demás, tienen que contarte hasta lo que no tiene nada que ver contigo. Son además personas muy emocionales, muy sentimentales. Te adoran o te odian. Pero son así, no las vamos a cambiar. Por más que lo intentes, y mucho menos van a ser como tú. 

Susanita tiene una frase que repite cada día unas cinco o seis veces. Si por ejemplo hay que poner la mesa, y va disponiendo el mantel para empezar a vestirla, y te das cuenta que lo está colocando al revés, como no tengas un básico de dulzura al expresarte, y le digas más o menos algo así: "Susana, el mantel, que lo has puesto al revés, fíjate en esas cosas". Su reacción es, de manera inmediata, soltar un "¡ufff!" y a continuación su cantinela: "¡Si es que siempre hago todo mal, ¿es que nunca voy a hacer nada bien?!!". Entonces se sienta en el sillón, y adopta la postura Toro Sentado. Piernas y brazos cruzados, labio inferior (que tiene para regalar) sobre el superior, y ceño fruncido hasta que se siente el crujido de su carita. Al principio te hace gracia, los hermanos, sobre todo el mayor, se ríen un poco, le quitamos importancia o le decimos "eres una exagerada". Su hermana menor, Claudia, que tiene una empatía exagerada, se acerca siempre a ella, le acaricia, y le pregunta: "Mana, ¿quetepacha?". Pero poco a poco, con el paso de los días, aunque es una reacción un tanto cómica, la madre y yo nos fuimos dando cuenta que para ella es una pequeña frustración que nace. Y que más allá de querer llamar la atención, por su carácter, tiene un puntito de sufrimiento por no hacer las cosas bien. Tener empatía es colocarte en el lugar de la otra persona. Hay una expresión que me enseñó Arturo que me gustó mucho: "Tener empatía es ponerte los zapatos del otro. Y para ponerte los zapatos del otro, antes te tienes que quitar los tuyos". Si yo pienso desde mí, desde mi punto de vista, mi criterio, mi racionalidad, lo que acaba de pasar tiene importancia cero. Susanita tiene que aprender a controlarse un poco, ser menos exagerada, y fijarse cómo poner el mantel la próxima vez. Y punto. Pero si me pongo sus zapatos, y antes me he quitado los míos, me doy cuenta que cuando Susana llega a casa del Cole, viene con su hermano mayor, que rara vez no trae un Sobresaliente o Matrícula de Honor. Además, se encuentra que en casa ya está Claudia, exigente y zalamera, que acaba de llegar de la guardería y está empezando a reclamar su pitanza. Y para más inri está Antonio, que con cinco meses, una sonrisa perenne, y unos ojos que como decía Mercedes Sosa son dos luceros, se lleva las primeras atenciones de los demás. 

Susana es sentimental, extrovertida, pura reacción. Siempre que llega a casa es la más dispuesta para ayudar. ¡Claro! necesita ganarse nuestra atención, nuestro elogio, y, por su carácter, necesita el éxito inmediato para sentirse ganadora. Al primer tropiezo, caída en cascada. No puede ser de otra forma. Y cuando digo en cascada, quiero decir en cascada. A partir de ahí necesitas el séptimo de caballería para reconducirla, y que no trate de hacerse notar con otras tretas: "Susana termina de ayudar a poner la mesa. Siéntate bien, cómetelo todo. No tires, el agua, ...." ¿Sigo? No hace falta verdad?

Cuando conseguimos relajarnos un poco, y tratamos de hacer balance, Susana (madre) y yo hablamos mucho de Susanita. De qué podemos hacer con este torbellino. A veces más Tsunami que ciclón de viento. Y pensamos que a lo mejor, como necesita tanto sentir, vivir los éxitos, las felicitaciones, teníamos que ayudarle a conseguirlas. Y nos organizamos un pequeño plan. Con Susanita, lo que vamos a hacer es lo siguiente:

- Que sea la primera en recibir el beso en casa cuando llega del Cole.
- Dejarle que proponga ropa para vestirse cada día.  
- Recordarle, dos veces cada uno, que es una niña preciosa y que le queremos mucho.
- Explicarle, y repetirle, las dos o tres cosas que ésa tarde necesitamos de ella. Y dejar que mientras las hace nos diga "lo estoy haciendo" sin soltarle un "lo sé, lo estoy viendo". Mejor asentir con un "¡vale!".
- Felicitarla por el trabajo bien hecho.
- Corregirla empezando por lo positivo, y terminado por un "eso sí, la próxima vez,..."

Creédme. De momento, los resultados son muy esperanzadores. El problema es que antes no nos quitábamos nuestros zapatos.


En el trabajo, no vayáis dando besos a vuestros colaboradores, las consecuencias pueden ser impredecibles, pero conoced a vuestra gente. Hay que saber cómo son las personas. Algunos de ellos quieren que les dejéis en paz, y que les midáis los resultados. Que si son más que buenos, ahí están, no les demandéis más cariño. No hace falta. Pero, ay, hay muchos "Susanitas" cerca vuestra. Necesitan vuestro calor, vuestro aliento, vuestar felicitación y vuestro apoyo. Y por cierto, si lo hacéis, los empáticos, tipo Claudia, estarán menos preocupados por los Susanita. Sí, porque son así. Sí, ya se, para ti es excesivo, pero es que no se trata de ti. Se trata de ellos. Y de los resultados.

Buenas noches.

lunes, 21 de mayo de 2012

Lo que da de sí un pollo

22:21... Más vale que me de prisa, porque no está bien no cumplir los compromisos que uno adquiere con los demás. Dije que los lunes publicaba mi entrada semanal, y mal ejemplo daría si no hacemos el esfuerzo. Y digo hacemos porque este es el rato reservado para la bendita soledad del matrimonio, que hoy se hace esperar unos breves minutos.

Hace un par de semanas estaba revisando documentación para la impartición de un curso a Mandos Intermedios de diversas empresas en Sevilla, y con la intención de provocar profundizar un poco más en los resortes de motivación que el  Jefe directo puede utilizar con sus colaboradores, fui a mi biblioteca personal (internet...) y me encontré un video en youtube que primero me hizo sonreir y después reflexionar. Lo comparto con vosotros para que también podáis verlo: http://youtu.be/P78Xa9eR2uc

En los cursos hay una máxima que procuro cumplir y además me parece muy saludable: no hablar de política, ni de religión ni de fútbol. Son temas que generalmente provocan discusión y te hacen correr el riesgo de perder el hilo conductor de la sesión. Por eso dudaba y dudaba si poner este video a mis alumnos. Al final, la prudencia me venció y decidí no  hacerlo. Pero a cambio, me comprometí conmigo mismo a dos cosas, a citarlo por si alguien quería verlo, y sobre todo a pararme especialmente en lo que Pérez López, otrora Director del IESE, llamó la motivación trascendente. Ya sabéis, hay tres tipos de motivaciones por las que trabajamos: primero, los motivos extrínsecos, por el bien primario que recibimos. O sea, la pasta y lo que nos proporciona: bienes materiales, buena vida, comida, ... y hasta ligamos más, como me dijo, no sin razón, un buen alumno. Despúes (motivos intrínsecos) lo que el trabajo nos enriquece: el reto, el conocimiento, la satisfacción del trabajo bien hecho, ... y por último, pero , ay!, más importante, por los motivos que Pérez López llamó trascendetes (también dijo que el apelativo trascendete quizás no era el idóneo, pero que no se le ocurría otro). Es decir, lo que podemos hacer por los demás a través de nuestro trabajo. Y cuando digo los demás digo literalmente por los demás, desde mi compañero hasta el propio mundo, pasando por mi organización, mis clientes, mis proveedores, ... y todo el que se cruce por mi camino. No descubro nada, sé que no lo hago, pero al hilo de esto quiero contaros dos cosas:

La primera, que sigo descubriendo cada día por qué dejé mi trabajo anterior, donde, todo hay que decirlo, ganaba mucho más que ahora. de hecho, en palabras de mi ex-jefe, el fin primero y último de de la empresa era ganar pasta. Aún recuerdo  que, el día que le dije que me iba, sentados en la terraza del Restaurante Jamaica, en el barrio sevillanísimo de Heliópolis, me insistía: "pero si es una cuestión de dinero, Javier, dime cuánto quieres y podemos hablarlo. Hemos tenido nuestras diferencias pero cuento contigo". Reconozco que al principio me costó mucho trabajo, la cerveza no pasaba por el gaznate, pero al fin me atreví a decirle: "ya, pero yo no cuento contigo para mi empresa". A partir de aquí, año 2009, en los albores de esta maldita crisis en la que los que mandan han decidio que ahora somos pobres (los mismos que decían que antes éramos ricos), me doy cuenta que no dejo de hacer cosas que sigan estos principios: que ayuden a los demás, que me resulten atractivos, y que ayuden a, junto al esfuerzo de mi mujer, a sacar a esta familia adelante. Vamos, lo mismo que el del pollo.

La segunda, más importante que la primera. Fue que ése día en clase descubrimos los 28 alumnos y yo dos cosas: por un lado, que no había profesión en el mundo a través de la cual se pudieran encontrar las tres motivaciones. Yo mismo aporté la que me dio una chica que trabajaba en una empresa de limpieza subcontratada por Iberia: "mi trabajo consiste en que cada persona que pase un rato corto o largo en el aeropuerto pueda llegar al destino que desea sano y salvo". Y tanto, la higiene es esencial en esos sitios de tantas aglomeraciones. La segunda cosa fue que consumimos el tiempo que nos quedaba, más de una hora, en una dinámica que consistió en pensar en qué cosas puede un mando intermedio ayudar a motivar a su colaborador. Lo prometo, nos faltó tiempo. Además fuimos leales a la realidad, no podían tocar su sueldo, es algo que no estaba en sus manos. Y tampoco valía la excusa de la empresa o el sector. En la clase había representadas empresas aeronáuticas, públicas, farmacéuticas, logísticas, de construcción, de servicios, industriales, ... se nos agotó el tiempo y se inició la responsabilidad individual de ser conscientes del poder que teníamos. 

Os dejo, porque es tarde, esta breve reflexión, para que la apliquéis o al menos penséis sobre ello en vuestra realidad profesional, desde vuestra posición. Si fuera un poco más beligerante, que a veces lo soy, más bien os diría ¿cómo os atrevéis a no hacer nada más que trabajar por la pasta?? Bueno, la verdad es que no me lo creo aunque me lo digas. lo que pasa es que a veces falta pararse a pensar cinco minutos, o que alguien te anime.  

Por último, para que nadie piense que soy dudoso, que desde todos los rincones se hace el bien, os acompaño en esta noche con una canción. compañero de viajes y esperas Ismael Serrano escribió una canción con fines solidarios con los niños palestinos. Niños que, al acercarse a los visitantes, para que no se vayan, les gritan "no terroristas, no terroristas". Niños que no llegan a diez años que tienen que decir eso para que no salgas huyendo. Niños que no tienen casi nada pero que se merecen todo. Sólo faltaba. Y mientras lo políticos escenifican sus acuerdos y desacuerdos sin importarles casi nada, y los líderes ignorantes hablan de Guerra Santa (¿Cómo puede una guerra ser santa?) y de matar en el nombre de Dios, hay unos niños en todos los bandos perdiendo sus maravillosos minutos de vida sin ni siquiera lo esencial. ¿Y tu y yo nos creemos de verdad que ahora somos pobres? No me hagas llorar.

Poco más. Agradecido y algo abrumado por todos los que me leísteis la pasada semana, me despido hasta la semana que viene:




   

lunes, 14 de mayo de 2012

Movimiento 8-M, Prohibido gritar!!!

Lo malo de tener buenos amigos... Perdón, llaman a la puerta de casa y tengo que abrir yo. Susana ha salido con los dos más pequeños y Carlos, el mayor, está arriba en su habitación haciendo los deberes. Ah, es Susanita, la segunda, con Julia, su mejor amiga, el hermano pequeño de Julia, Mario, y el papá de ambos. Que si me puedo ir a casa de la abuela de Julia a bañarme en la piscina, porque tienen que darle de comer a los perros. Déjame que lo piense, 33 grados, la posibilidad de tenerla fuera, y bien cuidada, un par de horas más... ¡claro cariño! no hay problema.
Cinco minutos de preparativos y ya tengo a otra colocada. La cosa marcha bien. ¿Por dónde iba? Ah si. Decía que lo malo de tener buenos amigos... Disculpen, llaman a la puerta de esto que llamo despacho y donde también hacemos la plancha. Es Carlos, el mayor. Que ya ha hecho los deberes, que se aburre, y que como lleva todo el día castigado sin gadgets tecnológicos por una "falta grave" (llegar veinte minutos tardes en el día de ayer) no sabe qué hacer. Sopeso las posibilidades: la propuesta de leer un libro ha durado escasos quince minutos, el chico ya ha puesto lavavajillas y recogido la cocina, y le falta media hora para que se vaya a clase de guitarra. Venga, ok, hagamos algo juntos. No, no te preocupes, no estaba haciendo nada importante. Vamos a echar unas canastas. Eso sí, sólo puedo quince minutos.

30-21. Bien. Sigo en forma. Me quedan pocos años para salir vencedor de estos envites, así que hay que aprovechar para, sin herir, presumir un poco de muñeca, de calidad y clase baloncestística. Y han pasado veinte minutos. Carlos arriba preparando la guitarra y yo otra vez frente a la pantalla.
Adios Carlos! Bien, como les decía, lo malo de tener buenos amigos... un segundo, le pongo un mensaje por Whatsapp a mi mujer para decirle lo de la niña en la piscina de Julia, con su hermano pequeño y su padre, no vaya a ser que se me olvide y estas cosas me consta que quiere saberlas... ya.
Bueno bueno, no sé qué les parece a ustedes, pero son las 19:06 de la tarde y estoy sólo en casa. Ni Macaulay Culkin se vio en una de éstas. es un gran momento para estrenar este blog.

Lo malo de tener buenos amigos es que le obligan a uno a hacer más, y a ser posible, mejores cosas. Mi amigo Arturo Iglesias, gran formador, mejor persona, me dijo el otro día camino de un Centro de Formación (Icada), después de contarle yo una iniciativa familiar para mejorar la comunicación interna en el hogar, que tenía que escribir un blog con las cosas que ocurren en casa, con la familia, y sobre todo con las cosas que se nos ocurren para intentar llevar esto adelante. "La cantidad de cosas que hacéis que deberías compartir y que además son perfectamente trasladables a los tipos de mensajes que das cuando impartes clase". La verdad es que el tipo tiene razón, pensé, y además hace tiempo que me planteo crear un blog sobre todo para matar el gusanillo de escribir. Y como todo es ponerse, aquí lo estoy estrenando, en este remanso de paz, con la historia que le conté a Arturo y ahora comparto con todos.
Hace unos días, teníamos la casa más o menos así dividida: Antonio, el más pequeño (cinco meses), en brazos de su madre, berreando cual  porcino afónico porque se había pasado dos minutos su hora prevista de bibi nocturno. Claudia, la siguiente (dos años), sollozando desconsolada porque no empezaba Dora la Exploradora en mientras se disponía a dar buena cuenta de su bibi nocturno (sí, esta también), preparado por su padre tres minutos antes que el de su hermano ¿Favoritismo? puede ser, ya no niego nada, pero creo que exageran. Susana, la siguiente (cinco años), lagrimeando porque como estábamos en la planta de abajo, nadie le ayudaba  arriba a secarse el pelo después de sacar lustre a su precioso cuerpecito con su toalla rosa. Y Carlos, por todos conocido (10 años),  a punto de lo que se dice llorar tras un tremendo grito de su madre para que ayudara a su hermana a secarse la cabeza. En este caos generalizado, nosotros tratábamos de poner paz al estilo andaluz. Esto es, duplicando de viva voz el nivel de decibelios que actualmente permite el Ayuntamiento de Sevilla en los locales nocturnos de la zona centro-nervión-los remedios.

Pasadas un par de horas, cuando todo se calmó, y estábamos en esos momentos maravillosos que trasncurren cuando todos los niños se acaban de dormir y aún faltan unos quince minutos para que el más pequeño vuelva a despertarse reclamando calor materno más que otra cosa, reflexionábamos mi mujer y yo acerca de lo poco que ayuda, en momentos de tensión, ponernos a gritar. Y de lo mucho que gritábamos ultimamente. Y fruto de aquella conversación, surgió una competición semanal que llamamos "Premio al que menos grite". Las reglas con sencillas y concretas: en casa, está prohibido gritar, y no hay justificación alguna para hacerlo. Si algún miembro de la familia grita, el resto está autorizado para dejar constancia en la Hoja de Anotaciones de la falta cometida. Eso sí, con control, no vale apuntar tres chillidos si se ha producido uno sólo. La competición transcurre de lunes a domingo, y el que resulte vencedor/a, tendrá un premio a proponer por el propio ganador/a, que no podrá ser nada de comprar (en plena crisis...) y que salvo locura irrealizable, será aprobado y llevado a cabo. Eso sí, aquél o aquella que haya encabezado la lista de graznidos, tendrá un castigo autoimpuesto o consensuado por todos.

Las posibles variantes y mejoras del juego las dejamos para más adelante, y aunque la semana sería corta ya que era martes 8 y por la noche, decidimos iniciar la competencia al día siguiente tras dar la información al resto de la familia.

Deciros que ha sido una semana intensa. Con sorprendentes líderes iniciales, dura competencia, algunas decisiones arbitrales discutibles, e incluso moviola y petición de ojo de halcón. Pero, como pasa con el Barça y el Madrid, un final esperado. Mi querida esposa ha salido victoriosa con varios cuerpos de ventaja sobre el resto. En concreto la puntuación a sido:

- Susana: 9 gritos
- Susanita: 5 gritos
- Javier: 3 gritos
- Carlos: 3 gritos.

Claudia y Antonio son cascarón de huevo. Cuando aprendan a hablar en mínimas condiciones para el diálogo, ya entrarán en competición. El castigo impuesto: Susana no podrá no comer yogurt estilo griego en toda la semana. Creedme, para ella es un duro trance. También hemos decidido dejar desierta la posición del ganador. Como todos hemos gritado al menos alguna vez, ninguno hemos ganado.

Son varias las conclusiones que hemos sacado. Hoy me quedo con dos. La primera, la ha sacado mi mujer: "He gritado nueve veces, una barbaridad. Pero ¿te imaginas las que hubieran sido si no nos inventamos este juego?". No se lo he dicho a ella, pero confieso que esta semana ha sido la más silenciosa en casa que recuerdo. Y diría que vamos a mejor, esta semana hemos vuelto a empezar, y de momento todos llevamos el casillero en Cero. Si seguimos así les tengo una sorpresa preparada a todos.

Con lo cual, moraleja uno: PON OBJETIVOS, COMPITE, SIEMPRE MEJORARÁS, Y SOBRE TODO NO DECAIGAS, LO COMPROBARÁS CON LA PERSEVERANCIA Y EL PASO DEL TIEMPO. Y PREMIATE SI CONSIGUES OBJETIVOS.

La segunda conclusión se las dejo a ustedes a partir de esta anécdota. Los amigos del mayor estuvieron en casa, y cuando entraron en la cocina, vieron la Hoja de Anotaciones. entre otras cosas, uno se atrevió a decir: "Pues anda que si se hace en mi casa, mi madre arrasa". Otro se animó "Pues anda que en la mía, mi madre gana seguro". Y por fin el tercero: "No os preocupeís, mi madre gana a las vuestras"... Curioso no? lo compartí con mi mujer y no le sorprendió nada. Ahí lo dejo para vuestra reflexión.

Me comprometo, una vez iniciado el camino, a dejaros una entrada cada lunes. Me apetece mucho.

Ahora os dejo, llaman a la puerta. La casa vuelve a llenarse de alegría.