Esta pasada semana me invitaron desde una Asociación Universitaria (Amicu) dar una charla a universitarios de últimos cursos de carrera sobre las oportunidades de empleo y desarrollo profesional que pueden encontrar en el mundo de los Recursos Humanos. Estuvimos dos tardes compartiendo ilusiones, conocimiento, experiencias e inquietudes, y también algunos miedos y sinsabores. A los jóvenes (permitidme la licencia de que hoy yo me considere en la franja "madurez") de hoy día les han dicho tantas veces que el mañana es más incierto que el futuro de Mourinho en el Madrid, que tienen que aprender a tragar ese pesimismo con sus lógicas y naturales ganas de comerse el mundo y soñar con sueños por cumplir.
La rebeldía de estos chicos, al contrario que pasaba en mi época, es contra ellos mismos. Los primeros enemigos los tienen en casa: en la Facultad, en el pupitre de al lado, en la Delegación de alumnos, en el Sindicato de estudiantes, en el Rectorado, en el Decanato, ... en esos órganos polítizados de poder que están inmersos en conflictos de intereses que no piensan en su interés. Que el futuro es incierto, lo sé. Pero es que el futuro siempre lo ha sido, va con su propia definición. Tienen que luchar a lo largo de los cursos con mensajes del tipo: "Esto no te va a servir porque no hay trabajo para ti" o "Por más que estudies Económicas con suerte trabajarás de dependienta". Como anécdota, contaros que en la difusión del evento, que compartí en Facebook, una chica universitaria que no vino a la charla respondía con un breve mensaje a la convocatoría del evento. Amicu escribió: "te envitamos a una charla que puede ayudarte en tu futuro profesional". Ella contestó: "¿Futuro qué?.
No es esto, no es esto, que dijo Ortega y Gasset. No podemos estar minando la moral de quienes van a empezar la etapa más ilusionante de su carrera profesional. Dejadles que lo vivan, que se equivoquen, que luchen, que se lleven felicitaciones y pequeñas satisfacciones, que abran sus horizontes, que aprendan de los demás, ... que se hagan hombres y mujeres también en el trabajo. El lugar donde más tiempo van a pasar el resto de su vida, más o menos hasta los 67 años, es en el trabajo. Vamos a dejar que se crean útiles, porque no sólo lo son, además son imprescindibles, necesarios, para esta sociedad que en tantas cosas hemos construido los mayores de manera imprefecta. Nosotros, los que nacimos en la Democracia y por ejemplo confundimos el espíritu de servicio del Estamento Público con la despensa donde coger lo que nos antojase, y un poco más.
¿Sabéis cómo vienen? al menos los que conocí más sólidos que nosotros a su edad. Lo que no te mata te hace más fuerte. Qierían venir a la charla para saber más porque no están dispuestos a que nadie les amargue la fiesta. Quieren aprender, reflexionan muy bien, no se esconden detrás de ninguna masa y preguntan sin rubores ni vergüenzas. Quieren que les recomiendes lecturas que refuercen su formación humana. Y en algunas cosas son mucho mejores que nosotros, por ejemplo en no tener miedos a cruzar fronteras geográficas para alcanzar sus metas, y en sus capacidades tecnológicas.
Tienen mucho que mejorar. Siguen flojeando por ejemplo en el idioma, eterna asignatura pendiente de la mayoría y probablemente otra rémora heredada de nuestros mentirosos Planes de Educación. Pero aún así lo quiere paliar con meses de verano trabajando fuera de España o colaborando con ONGs allí donde puedan ayudar.
Estos son los jóvenes con los que pasé dos días y de los que aprendí muchísimo más que ellos de mi. A ver si les copiamos algo. No hace mucho leí un breve tweet de mi amigo Carlos: "Cada mañana, no seas el primero en dar la mala noticia que publican los medios". Los que antes decidieron que éramos ricos y ahora han decidido que somos pobres no pueden fastidiarnos esto. Y la solución empieza por mi y por ti. En facilitar y no en dificultar, en mejorar lo que van a recibir y no en empeorarlo aún más, en pensar un poco más en los demás y un poco menos en nosotros. A ver si aprendemos de los jóvenes, tienen mucho que enseñarnos.
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