lunes, 25 de junio de 2012

Una cena romántica

De manera aboslutamente necesaria, hay momentos que deben ser para la pareja. Para pararse a pensar, a hablar y mirarse un poco más. Son momentos para el debate, la puesta en común, y por supuesto para volver a echar un poco de miel a la luna.

Sobre todo desde que nació Antonio el pasado mes de diciembre, estos momentos, a qué negarlo, escasean. No es que no los tengamos, es que tenemos que diseñar estrategias de aislamiento sometidas a imponderables imprevistos que ni el célebre matemático John Forbes Nash sería capaz de prever a pesar de su mente maravillosa. Estas mismas siete líneas de redacción se han visto interrumpidas en su desarrollo cinco veces, cinco, aunque parezca increíble. Y eso que sólo tengo a los mayores en casa (gracias Colegio por finalizar las clases), que está prohibido entrar en el despacho, y que les he entregado una tarjeta a cada uno. "El que quiera, mejor dicho, necesite algo, tiene que entrar en silencio, dejar la tarjeta en la mesa, y ya sé yo que tiene que decirme algo, pero se hará cuando termine en lo que esté trabajando". Pues nada chicos, en lo que va de mañana, estoy ya saciado de tarjetas. Creo que, sumando las de los dos, las he visto ya más de veinte veces. Y son las 11:15.

Como les iba diciendo, los momentos de soledad buscada con la pareja no suelen ser muy habituales en esta casa. Como dice una vecina mía, cuando no es caca es pipí, y cuando no es pipí es caca. Por eso, una vez desechada la idea del somnífero en la sopa de los niños, lo que intentamos conseguir es ser muy estrictos en los horarios, para que a eso de las 21:30 estén todos en brazos de morfeo. Y si lo hemos conseguido, ahí sí, ahí la noche es nuestra. Reto conseguido, botella de vino o cervecita, y a disfrutar un poco.

Lo malo es que últimamente no hay manera de que a las 21:30 estén roncando. Bien porque el pequeño anda revuelto, porque Claudia no se duerme (no se qué le damos de cenar pero le entra una vitalidad desesperante), o porque Susanita quiere un cuento, o porque Carlos te intenta líar para que le compres no se qué si saca no se qué sobresaliente. Y si son las 22:00 y parece que duermen, avisa el teléfono porque llama mi cuñada, mi suegra, o también mi padre, que no todo va a ser meterse con la familia política.

Acabadas las conversaciones y las urgencia laborales, que alguna de vez en cuando hay, el que te vence a partir de cierta hora es el cansancio, y en estas últimas fechas ha habido un poco de todo lo anterior. Así que, en voz alta, en estos días nos hemos quejado alguna que otra vez en casa de no poder disfrutar de algo de tiempo juntos. Y solos.

Parece que de vez en cuando algo queda, y el otro día, los niños tomaron nota de nuestras plegarias. Carlos, capitán del navío, tomó mando en plaza y habló con sus hermanas. "Hay que hacer algo". Así que nos mandó arriba (donde están los dormitorios), y nos dijo que acostáramos al peque, y que después nos diéramos una ducha o algo así, que nos iban a dar una sorpresa. Y por supuesto, que todo lo iban a resolver ellos, así que chitón hasta que nos avisaran.

Bueno, chitón hasta que, un par de minutos después, el propio Carlos no pidiera de un grito, y despertando por tanto a Antonio, al que habíamos por fin conseguido dormir, que le indicáramos dónde estaban las cerillas y las velas esas pequeñitas. Una vez explicada su ubicación exacta, volvamos a dormir al niño. No, espera un poco, porque ahora Carlos y Susana están discutiendo a ver quién enciende las velas, y de aquí al grito o a la mediación hay un paso. "Chicos, la mitad cada uno vale? vengaaa". Vale, parece que se pone de acuerdo. ¡¡¡¡Ay!!!!! Vaya, Susana que se ha quemado el dedo encendiendo la vela. Oye, yo veo a Antonio bastante espabilado no? claro, con tanto trasiego...

En fin, parece que las velas están encendidas y que el murmullo se ha trasladado a la cocina. Cariño, esto me huele a preparaciónde cenita romántica. Qué ilusión, por fin de la siembra va brotando algo.

¡¡¡Ay!!! vaya otra vez se ha quemado Susanita, la pobre no gana para sustos. ¡Crashhh!!!!!!!!!! ¡¡¿Qué ha sido eso?!!" "Nada mamá, un plato que se ha roto, pero de los pequeños!, no os preocupéis!!". Definitivamente, lo de "de los pequeños" es lo que me ha tranquilizado. Venga, vamos a respirar hondo y dejar que acaben la faena. Lo importante es la intención...

Duchados y empezando a dudar si la tardanza era porque estos se han visto los videos que tenemos de El Bulli y se han  hecho unos expertos cocinillas, por fin oímos cómo se abre la puerta de la cocina. Una vez retocados los detalles, nos llaman, podemos bajar.

Sobre la mesa, dos botellines de cerveza, un plato de los pequeños, y un sandwich con mantquilla y chopped de pavo. Y una rodaja de chorizo Revilla de los bocatas del cole al lado del bocadillo. Verídico. Ni omito ni aporto nada. Impresionante. esto sí que es una cena romática. Y lo mejor: tres niños con sonrisas relucientes y con tres paños a modo de servilleta sobre el antebrazo. Bueno, el de Claudia sobre la cabeza, es que se ha cansado de tenerlo sobre el antebrazo. Solemnemente, Carlos nos dice, "bienvenidos a su cena romántica, pueden pedir lo que quieran, aunque de mentira porque no hay nada". 

Ah! se me olvidaba. En ese instante, vete tú a saber por qué, Carlos da un salto y dice que se acaba de acordar de una cosa que nos encanta. Y acude a la videoteca para traer un dvd que yo ni sabía que existía de unos monólgos de El Club de la Comedia más o menos del año 2008. Lo activa en el reproductor, enciende el TV y dice: "Ahora sí que no falta nada".

Pues no, la verdad es que no faltó nada. De hecho, Susana y Claudia estaban tan entusiasmadas con la "fiesta" ¿fiesta?, pero ¿no era una cena romántica?. "No mamá, después de comer hay que bailar", así que no pudimos dormirlas hasta las 23:00. 

Amor, noches como esta son las que consolidan un matrimonio.

No hay nada como una noche romántica, y no hay nada como buscarse huecos para pararse un poco a pensar, a hablar y mirarse un poco más.

Y no sólo para el cultivo del amor. Tuve un Jefe que de repente, prácticamente cada día, desaparecía durante media hora. Se encerraba en el despacho, cerraba con pestillo, y no contestaba a las llamadas. Al principio no sabíamos si estaba, con el tiempo ya dedujimos que era su momento de reflexión para preparar una reunión o una estrategia. Era impresionante cómo se notaba ese tiempo dedicado a pensar. Buscad esos momentos, buscad el rato de reflexión y estudio. Media hora al día parece poco, pero da un fruto espléndido. Son minutos esenciales también para encontrarse con uno mismo y conocerse un poco mejor. ¿Cuando fue la última vez que te paraste a pensar en tí, y en como ser y hacer las cosas un poco mejor?

Por cierto, aprovecho este último párrafo, para anunciarles que, como comienzo de la época estival, reduzco las entradas a una en el mes de julio, y otra en el mes de agosto. En septiembre volveremos al compromiso de los lunes.

Un abrazo.

lunes, 18 de junio de 2012

El elixir de la eterna juventud

Por alguna foto que he colgado en las redes sociales, ya sabéis que he estado este fin de semana en La Herradura (Granada), en un Hotel de cuyo nombre prefiero no acordarme, porque no nos facilitaron precisamente las cosas, coordinando y haciendo de maestro de ceremonias de un Outdoor para casi 200 almas de una ONG andaluza. Casi 200 almas que fueron llegando el viernes por la tarde y se marcharon el domingo a las 15:00, momento en que clausuramos. Entre ellos, unos 40 eran personas con discapacidad física o intelectual. Personas de las que he aprendido mucho, pero no sabéis cuánto, este fin de semana.

Cuando le cuentas a alguien que te vas un fin de semana a un Hotel a la costa, con todo incluído, para montar un Outdoor con jóvenes de una ONG, lo primero que oyes son expresiones del tipo ¡qué chulo! ¡qué guay! Bueno lo de guay ya te lo dice gente que pasa de los 40, casi como yo. Claro, es fácil pensar que te vas a un Hotel a hacer dinámicas, con todo incluido, con piscina, la playita cerca, ... suena bien verdad?...

Pues no!! Si eres uno de los participantes, a disfrutar y a aprender. Pero amigos, para que estas cosas salgan bien, alguien tiene que diseñarlo, llegar, ver que el espacio que te habían prometido es menor, rediseñar, pedir que te dejen usar otras zonas del hotel, escuchar que te dicen que no, re-rediseñar, comprobar que el Hotel no está "a pie de playa" sino a un par de kilómteros, re-re-rediseñar,  montarlo, comprobar que el micrófono no funciona y dejarte la voz, preocuparte por dos cafres que en las dinámicas casi se dejan el hocic... que diga la boca, y un largo etc. de circunstancias que implican varios re-re-re-diseño más, hacen que sea un fin de semana, sobre todo, agotador. Desde que llegas hasta que terminas de cargar el enorme coche (Grandvoyager) del material que se ha usado, pierdes unos tres kilos y varias horas de sueño.   

Pero como uno se va haciendo mayor y va siendo ya perro viejo, y para algo da clases también de negociación por intereses, desde el principio tuve una idea fija.

La historia empezó el jueves por la mañana, momento en que mi amigo y varias veces nombrado ya por aquí Arturo me llama y me dice que le habían pedido organizar esta movida, pero que por diversas circunstancias no puede hacerlo, así que qué tal si yo me hago cargo de desempeñar el que iba a ser su papel. O sea que es jueves, y tengo que decidirme rápido porque en menos de 24 horas hay que salir. Vaya vaya... hago mis cálculos, y pienso en aquello del ataúd, la cometa, y mi cuenta en el banco. El jueves por la tarde tenemos una reunión con el que nos solicita la colaboración. No lo conocía de nada, ahora puedo afirmar que es un tipo muy recomendable. Cuando nos sentamos y me cuenta la historia, le pido dos cosas, unos honorarios concretos, y una segunda petición importante: que me deje llevarme a mi mujer y a los dos pequeños. Incluyo a Susana como monitora de alguna de las actividades si hace falta, sin coste adicional.

Sonó raro, me puso cara rara, pero también le dije que me resultaba complicado aceptar con tan poco margen y dejar sola a Susana con los niños. "Si lo cerramos, no te vas a arrepentir". Órdago a la grande. Además, sabía por Arturo que ya contabamos con un crack de las dinámicas y el Outdoor para los re-re-re-re-diseños, mi amigo Alejandro, que también venía.

Así que, como el margen de tiempo era tan escaso, como podéis imaginar, el viernes por la mañana, una vez organizado todo lo que se quedaba aquí, dentro de mi coche, camino de Granada, se podía ver a Susana, un niño de cinco meses, otra de dos años, otro de 32 (Alejandro), el que les escribe, 20 aletas de buceo, cinco troncos de madera, dos juegos de puzzles, infinidad de cuerdas, pinturas, unos tablones, sacos, cartulinas, meteoritos, globos, tres bocadillos, biberones, equipaje, un carrito de bebé, material audiovisual, un "levanta" para una niña de dos años, un DVD de Dora la Exploradora, y metrial didáctico fungible.

Impresionante. Dudo mucho que vuelva a ver en mi coche todo eso junto.

La verdad es que el fin de semana fue apasionante, el aprendizaje mutuo permanente, especialmente de las personas con discapacidad (tres carcacterísticas: superación continua, personas sin prejuicios, disposición permanente a la cooperación), la energía permanente, y un largo etcétera.

Al principio, chocó que aparecirera con la prole. En mis primeros cinco minutos de intervención expliqué entre otras cosas, la importancia de conciliar trabajo-familia, "y como muestra un botón". El planteamiento gustó a la institución y a los asistentes.

De hecho, sólo vi a mi familia en el desayuno-almuerzo-cena y en el momento de ir a intentar dormir. Pero amigos, ése es el elixir de la eterna juventud. Yo ya lo sabía, por eso acepté, por eso insistí. Esos momento me daban una fuerza, un descanso mental, y una motivación espectacular. Por cierto, como en el comedor coincidíamos todos, pronto los peques se convirtieron en foco de atracción general. Fotos, besos, piropos, ... y muchas frases del estilo "anda que no me acuerdo yo de mi niño/niña". Pues eso es bueno, que te acuerdes siempre mucho, les contestaba yo.

Lucha por lo importante, prioriza lo imprescindible.

Fin de semana espectacular. Fue un éxito de crítica y público. Mucha diversión, Mucha reflexión, y mucho mensaje. Dicen que se me veía hipermotivado e implicado.
Pues claro, ya sabía quien me esperaba a cenar.

Hoy estoy casi sin voz y bastante cansado. Pero con la satisfacción del deber cumplido. Feliz. Con un pequeño paso más caminado.     

lunes, 11 de junio de 2012

Justin Bieber Vs. Rafa Nadal... ¿Quién gana?

De entrada, la respuesta al duelo que plantea el título de esta entrada parece fácil: Depende. Si hablamos de una competición de baile, el rubito canadiense tiene todas las papeletas. Si se trata de cruzar raquetas, amigo, ... Pero no. No se trata de eso. Sería muy simple ¿no? aquí hablamos de otra cosa.

Ayer a las 15:00 el gran Rafa Nadal comenzaba, como todos sabéis, la disputa de su séptima final de Roland Garros, después de ganar las seis anteriores, y donde aspiraba a superar al mítico Bjorn Borg, que también ganó seis finales en París. El no va más. Para darle mayor nivel al partido, se enfrentaba al rival que peor nos cae a la mayoría, Novak Djokovic. Buenísimo, pero menos agradable que el otro gran rival de Rafa, Roger Federer. El partido runía todas las condiciones para disfrutar en familia, por fin, de algo que echaran por la tele.

Ahí estábamos todos. Bueno, casi,. Las dos Susanas, madre e hija, preferían estar en el jardín con sus historias, refrescándose un poco, dándose baños de sol, y hablando de sus cosas. Por lo menos de vez en cuando preguntaban "¡¿cómo va?!" A Antonio, con cinco meses,  tampoco le vamos a pedir demasiado, se quedó frito mientras calentaban los dos jugadores antes de empezar el match. Hala, a la cama, uno menos. Claudia se sentó a mi lado, dijo gooooool unas cinco veces, un gol por cada golpe de raqueta de cada tenista, así que mejor que explicarle, le saqué un heladito de postre, unos lápices, papel, y hala, a echar el ratito.

Pero bueno, nada podrá con nuestra moral Carlos, vamos a sentarnos los dos machotes a ver el partido y a disfrutar de estos titanes. Verás Carlos, te voy a contar quien era Emilio Sánchez Vicario y cómo ha evolucionado el tenis desde entocnes... ¿Carlos? ¿dónde está Carlos? Pero si me ha pedido que saque la coca-cola, las pipas barbacoa y la bandera de España. ¿Donde se ha metido este chico? ¡Que ya empiezan! 1-0, 2-0, 3-0, ... Guau!! ¡Cómo empieza esto! Nos merendamos al serbio! ¡Carlos corre, que estp va que chuta! "¡¿Cómo van!?" Preguntan desde el jardín. "Genial, 3-0!!". "Bieeennnnn!!!" Carlos no está con ellas, pero no me contesta. Mejor subo a su cuarto en el próximo descanso a ver qué hace este muchacho. Ay que remonta Djokovic. Mejor espero a que termine este set y lo busco. ¡6-4! Bien! 

Doy el parte a las chicas, y subo a buscar a Carlos, sin gritar no vayamos a despertar al peque, que además ha pasado mala noche.

Y entonces es cuando se queda uno de piedra. La escena es la siguiente. Carlos está de pie, con los brazos adoptando una pose de baile que no sabría describir correctamente, y menos imitarla. Está un poco inlcinado a la derecha, los brazos extendidos, y de repente le corre una especie de descarga eléctrica hormigueante que se inicia en el índice de la mano derecha, y va recorriendo su cuerpo hasta llegar exactamente al dedo índice de su mano izquierda. Sobre las orejas, asuentes a mi vista, descansa unos enormes cascos publicitarios de Heineken, que están conectados al portátil (cacharro, según palabras del Director de su Colegio) que le entregaron en la Escuela hace un par de meses. Y en la pantalla, y esto es lo grave, Justin Bieber, ídolo de quinceañeros y quinceañeras, adoptando exactamente la misma postura, sólo que con un tumulto de voces y vitoreos detrás, pronunciados por una ingente masa de niñas alocadas y de expresión desencajada. Ay Dios, Carlos "¿Qué haces?". 

No me oye, los cascos. Toc toc. "Carlos, ¿qué haces" "Ay, ¡hola! No, que estaba grabando, como hemos quedado, unas cuantas canciones para regalárselas a Adriana, que luego voy a su cumple".

Nota: es cierto, hablamos de no comprar tantos regalitos de cumpleaños a todos los niños que le invitan, y sustituirlo por regalos más imaginativos, más personales y menos costosos. Y en este caso, nos propuso regalarle un CD a su amiga Adriana.

"Vale Carlos, veo que además de grabar, te has emocionado un poco con el pelos este, pero es que está jugando Nadal y va ganando 6-4!! ¡Vamos que el partido sigue!!Termina luego!!". Vale vale, me responde, ahora bajo, termino esta grabación y voy. Ok, yo bajo y este que venga detrás.

Y Nadal a lo suyo, el segundo set como la seda, con un breve parón por la lluvia, y el tío ahí dándo raquetazos.... 6-3!! Qué crack! qué partidazo estamos viendo... ¿estamos? Si supiérais la cantidad de veces que agradecería en casa unos minutos de soledad... pero ahora no!! Nada, ni un alma, este no baja, y el resto todos fuera. Antonio ya se ha despertado, y está muerto de risa viendo como sus hermanas le dan manguerazos de agua a su madre.

Y Carlos a lo suyo, incluso le oigo canturrear. "Oh mababy baby, oh mababy baby..." que luego, cuando sus nietos le pregunten si él vio a Nadal jugar en sus tiempos, no diga que sí, que me revuelvo en la tumba y les contesto yo.

No lo entiendo, pero tiene diez años y yo treinta más. Hay cosas que me gustaría que fueran de otra forma, pero son como son, y no es necesariamente malo que así sea. Es más, a lo mejor yo a su edad estaba haciendo exactamente lo mismo en la habitación con un cassette de "Un pingüino en mi ascensor", que es más grave... Nooooo, la verdad es que sería más bien con uno de Dire Straits, era por decir una gracieta. Un pingüino en mi ascensor jamás vendió un solo cassette...

Volviendo a una de las moralejas a extraer, no es malo que Carlos no viera las cosas como yo. Él está ahora marcando su camino y cubriendo sus etapas. Y si quiero entenderme con él, mejor me quito mis zapatos y me coloco los suyos, para aceptarle, entenderle y compenetrarme con él. La empatía es el mejor arma del Responsable de personas. Nos ayuda definitivamente al ganar-ganar,a ganar más entre todos. Carlos, vamos a hacer una cosa, ven conmigo a ver lo que queda de partido, y después te ayudo a grabar el CD y decorar la carátula, vale? "¡¡Vale!!". Y por cierto, si queda espacio, le grabamos a Adriana una de mi época, de uno que se llamaba "Un pingüino en mi ascensor".

¡Vamos!


martes, 5 de junio de 2012

Prolongar el esfuerzo, aplazar la recompensa

Antes de nada, aprovecho la primera línea para pediros disculpas por no redactar ayer la entrada en este blog. Regresé tarde de Córdoba, donde estuve impartiendo un curso de Liderazgo a mandos de Magtel, gente buena y buena gente, y se me hizo demasiado tarde para sentarme a escribir. Sólo falta que, regresando a las 22:30, le dijera a Susana " Hola cariño, adios cariño, ahora que has estado sola ante el peligro lidiando con los niños toda la tarde-noche, me voy a sentar a escribir un rato, que el blog es algo muy importante". Importante, vale, puede pasar. Urgente, no. así que no pasa nada por esperar unas horas. Cenita, charla,... y para que Morfeo empezara a hacer su trabajo, un ratito de tele. Contaba ayer Vargas-Llosa en una entrevista en TV que fue su mujer la que le propuso organizar su vida de la siguiente forma: ella se haría cargo de la administración de todo, y él se volcaría absolutamente en su trabajo. Leyendo, documentándose y escribiendo sus insignes obras. Se lo propondré a Susana cuando, queridos lectores, empecéis a pagarme por escribir estas cosas. Si no, no vale la pena ni plantearlo siquiera.

Al hilo de las últimas sesiones de formación, me vino anoche a la cabeza el resultado que nos ha dado un castigo quizás algo más duro de lo habitual con Carlos. Ya sabéis, el mayor, diez años. Por cuestiones que no vienen al caso, porque no son importantes, se suspendió en su Colegio una excursión que le hacía mucha ilusión. Se trataba de ir a una especie de espacio abierto natural donde se desarrollan sesión de outdoor training, para que los niños se lanzaran por unas tirolinas, e hicieran otras serie de pruebas. Sin duda muy atractivo para ellos. El caso es que se tuvo que suspender la actividad, y a Carlos no le sentó demasiado bien. Vamos, no es que no le sentara bien, es que montó un pollo (no como el de la semana pasada) descomunal. Un chaval ejemplar siempre como es él, y además con muy buenas notas, y no se le ocurre otra cosa que decirle a la Seño que, como no hay excursión y ella se lo había prometido, de ponerse a hacer Mates o Lengua nada, que él se declaraba en Huelga. Dio la vuelta a la silla, y se puso mirando a la pared. Dios, tanto esfuerzo, y me ha salido un sindicalista... El "mosqueo" le duró un rato más. De Marcelino Camacho pasó a "Cojo" Manteca y empezó a escribir en un papel que la seño y el cole eran unos mentirosos, y otros palabros algo peores, que por ser un caballero, hoy no voy a repetir. 

¿Sabéis lo más increíble de todo? que nadie del Colegio llamó, ni avisó, ni siquiera escribió una nota. Casualmente su madre por la tarde había decidido, ya que estaba en el Colegio por otra cosa, pasarse a ver a aus profesora ya que estaba de tutoría, y entonces supimos todo y estalló la tormenta. Él como niño que es, no había contado nada al llegar a casa. No dejan de sorprenderme estas cosas, que las acciones reprobables, que deben tener consecuencias, queden en un "aquí no ha pasado nada". Quizás es que en Educación para la Ciudadanía hay algún tema que hable de esto y yo no lo he visto.

Al llegar a casa y comentar la jugada, decidimos que, al ser una acción más bien grave, las consecuencias debían ser acordes. El Plan incial ha sido duro: sin quedar con amigos (las extraescolares -guitarra, baloncesto, ... sí-), sin juegos que se enchufen, SIN LA EXCURSIÓN CUANDO SE VOLVIERA A CONVOCAR, y por supuesto pedir discualpas por todo a la Profesora al día siguiente.

Como este chico es un crack, asumió la culpa y sus consecuencias. Lo que no controlaba tanto es que era sine die, así que casi cada día, cuando hacía sus obligaciones con diligencia, preguntaba "¡ya me levantáis el castigo?" "no". Insisto, cada día: "¿Ya?" "no". "¿Ya?" "no". "¿Ya?" "no". "¿Yaaaaaaa?" "no". Hasta que un día decidimos, cuando la profesora nos confirmó el cambio de actitud, y nos trajo dos Matrículas de Honor a casa, levantarle parte de la penitencia: "ya puedes quedar con amigos". ¡Cómo lo ha disfrutado! Esto de que no sea un derecho adquirido, y sí un premio al buen hacer. Sabe mejor y  se reconoce más. Sabe que ha sido gracias y fruto de su trabajo.

Lo más duro para todos es que se quedó sin la excursión. Pero es curioso, ni siquiera lo intentó, sabía que eso no era negociable. A cambio, le regalamos una mañana con sus abuelos como único protagonista (con tanto hermano...) que ambas partes disfrutaron mucho.

Los premios se deben ganar, y las malas acciones tener consecuencias. Y cuando las cosas se estropean, pelear, trabajr y luchar por arreglarlas. De momento Carlos sigue sin una cosa aún. Nada de Wii ni de Nintendo. Aún le queda. Y ha vuelto a traer otra Matrícula, van tres seguidas. Ayer en el curso de Magtel, me decían muchos alumnos, en una de las dinámicas que hacemos, que lo que más respeto les inspiraba de sus personas-referencia, era la capacidad de perserverar, el sacrificio, y el compromiso. Grandes palabras, grandes conceptos, hoy en día muy poco de moda. Ya sabemos que hoy lo que parece que no funciona se tira y se cambia por algo nuevo. Uno me recordaba una frase de sus padres, que acababan de cumplir 50 años de casados. "Somos de la generación que, cuando algo no funcionaba, no se tiraba, se trataba de arreglar, aunque costara mucho esfuerzo". Eso tratamos de enseñarle a Carlos, y creo que esta vez la cosa ha funcionado. Y de paso nosotros estamos aprendiendo mucho de él.  

Los buenos ejemplos siempre están muy cerca, sólo hay que pararse a mirar.