martes, 5 de junio de 2012

Prolongar el esfuerzo, aplazar la recompensa

Antes de nada, aprovecho la primera línea para pediros disculpas por no redactar ayer la entrada en este blog. Regresé tarde de Córdoba, donde estuve impartiendo un curso de Liderazgo a mandos de Magtel, gente buena y buena gente, y se me hizo demasiado tarde para sentarme a escribir. Sólo falta que, regresando a las 22:30, le dijera a Susana " Hola cariño, adios cariño, ahora que has estado sola ante el peligro lidiando con los niños toda la tarde-noche, me voy a sentar a escribir un rato, que el blog es algo muy importante". Importante, vale, puede pasar. Urgente, no. así que no pasa nada por esperar unas horas. Cenita, charla,... y para que Morfeo empezara a hacer su trabajo, un ratito de tele. Contaba ayer Vargas-Llosa en una entrevista en TV que fue su mujer la que le propuso organizar su vida de la siguiente forma: ella se haría cargo de la administración de todo, y él se volcaría absolutamente en su trabajo. Leyendo, documentándose y escribiendo sus insignes obras. Se lo propondré a Susana cuando, queridos lectores, empecéis a pagarme por escribir estas cosas. Si no, no vale la pena ni plantearlo siquiera.

Al hilo de las últimas sesiones de formación, me vino anoche a la cabeza el resultado que nos ha dado un castigo quizás algo más duro de lo habitual con Carlos. Ya sabéis, el mayor, diez años. Por cuestiones que no vienen al caso, porque no son importantes, se suspendió en su Colegio una excursión que le hacía mucha ilusión. Se trataba de ir a una especie de espacio abierto natural donde se desarrollan sesión de outdoor training, para que los niños se lanzaran por unas tirolinas, e hicieran otras serie de pruebas. Sin duda muy atractivo para ellos. El caso es que se tuvo que suspender la actividad, y a Carlos no le sentó demasiado bien. Vamos, no es que no le sentara bien, es que montó un pollo (no como el de la semana pasada) descomunal. Un chaval ejemplar siempre como es él, y además con muy buenas notas, y no se le ocurre otra cosa que decirle a la Seño que, como no hay excursión y ella se lo había prometido, de ponerse a hacer Mates o Lengua nada, que él se declaraba en Huelga. Dio la vuelta a la silla, y se puso mirando a la pared. Dios, tanto esfuerzo, y me ha salido un sindicalista... El "mosqueo" le duró un rato más. De Marcelino Camacho pasó a "Cojo" Manteca y empezó a escribir en un papel que la seño y el cole eran unos mentirosos, y otros palabros algo peores, que por ser un caballero, hoy no voy a repetir. 

¿Sabéis lo más increíble de todo? que nadie del Colegio llamó, ni avisó, ni siquiera escribió una nota. Casualmente su madre por la tarde había decidido, ya que estaba en el Colegio por otra cosa, pasarse a ver a aus profesora ya que estaba de tutoría, y entonces supimos todo y estalló la tormenta. Él como niño que es, no había contado nada al llegar a casa. No dejan de sorprenderme estas cosas, que las acciones reprobables, que deben tener consecuencias, queden en un "aquí no ha pasado nada". Quizás es que en Educación para la Ciudadanía hay algún tema que hable de esto y yo no lo he visto.

Al llegar a casa y comentar la jugada, decidimos que, al ser una acción más bien grave, las consecuencias debían ser acordes. El Plan incial ha sido duro: sin quedar con amigos (las extraescolares -guitarra, baloncesto, ... sí-), sin juegos que se enchufen, SIN LA EXCURSIÓN CUANDO SE VOLVIERA A CONVOCAR, y por supuesto pedir discualpas por todo a la Profesora al día siguiente.

Como este chico es un crack, asumió la culpa y sus consecuencias. Lo que no controlaba tanto es que era sine die, así que casi cada día, cuando hacía sus obligaciones con diligencia, preguntaba "¡ya me levantáis el castigo?" "no". Insisto, cada día: "¿Ya?" "no". "¿Ya?" "no". "¿Ya?" "no". "¿Yaaaaaaa?" "no". Hasta que un día decidimos, cuando la profesora nos confirmó el cambio de actitud, y nos trajo dos Matrículas de Honor a casa, levantarle parte de la penitencia: "ya puedes quedar con amigos". ¡Cómo lo ha disfrutado! Esto de que no sea un derecho adquirido, y sí un premio al buen hacer. Sabe mejor y  se reconoce más. Sabe que ha sido gracias y fruto de su trabajo.

Lo más duro para todos es que se quedó sin la excursión. Pero es curioso, ni siquiera lo intentó, sabía que eso no era negociable. A cambio, le regalamos una mañana con sus abuelos como único protagonista (con tanto hermano...) que ambas partes disfrutaron mucho.

Los premios se deben ganar, y las malas acciones tener consecuencias. Y cuando las cosas se estropean, pelear, trabajr y luchar por arreglarlas. De momento Carlos sigue sin una cosa aún. Nada de Wii ni de Nintendo. Aún le queda. Y ha vuelto a traer otra Matrícula, van tres seguidas. Ayer en el curso de Magtel, me decían muchos alumnos, en una de las dinámicas que hacemos, que lo que más respeto les inspiraba de sus personas-referencia, era la capacidad de perserverar, el sacrificio, y el compromiso. Grandes palabras, grandes conceptos, hoy en día muy poco de moda. Ya sabemos que hoy lo que parece que no funciona se tira y se cambia por algo nuevo. Uno me recordaba una frase de sus padres, que acababan de cumplir 50 años de casados. "Somos de la generación que, cuando algo no funcionaba, no se tiraba, se trataba de arreglar, aunque costara mucho esfuerzo". Eso tratamos de enseñarle a Carlos, y creo que esta vez la cosa ha funcionado. Y de paso nosotros estamos aprendiendo mucho de él.  

Los buenos ejemplos siempre están muy cerca, sólo hay que pararse a mirar.

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